Episodio 38. El mercado manda: zapatillas amortiguadas por no menos de 140€
(Autor: Héctor García Rodicio https://www.instagram.com/correrporsenderos/)
A ver si estos nombres te suenan. Hoka Speedgoat, Hoka Mafate, Brooks Cascadia,
Brooks Caldera, Saucony Endorphin, New Balance Hierro, New Balance More Trail,
Salomon Ultra Glide, Nike Terra Kiger, Topo Mtn Racer, Asics Trabuco Max… Estoy
seguro de que, si no todos, buena parte de estos nombres te resultan familiares
y es que son las zapatillas de trail que están en el top de todos los ránkings
de ventas. Pues bien, todas esas zapatillas, aparte de ser líderes de ventas,
tienen dos puntos en común: todas tienen perfiles altos, es decir,
amortiguación más que generosa, y todas tienen un precio de venta al público de
140€ para arriba… Es la ley del mercado: la gente, hoy día, demanda
amortiguación y las marcas la proveen, pero a precios no inferiores a 140€. Lo
tomas o lo dejas. Peor lo tienen quienes se dedican al asfalto: allí también se
apuesta por la súper amortiguación, pero a precios desde los 160€ y hasta los
300…
En el episodio de hoy voy a
tratar de explicar el porqué de este estado de cosas, es decir, voy a intentar
explicar cómo funciona el mercado de zapatillas. Más concretamente, el plan
para hoy es abordar las siguientes tres cuestiones. Primero: ¿por qué
actualmente triunfa la corriente maximalista? Es decir, por qué las famosas
zapatillas “voladoras”, tan apreciadas tiempo atrás, han quedado relegadas en
favor de las zapas con perfiles gigantescos. Segunda cuestión: ¿en qué momento
hemos normalizado que las zapatillas de trail para entrenar cuesten 140€ y las
de competición, 180? Es decir, cómo se explica esta subida de precios lenta,
pero consistente, que se ha ido produciendo en los últimos años y nos coloca en
esa horquilla 140-180, que a nadie le sorprende ya. Tercera cuestión: ¿puedo
obtener buenos productos por menos de 100€? Ya te adelanto que sí: soy feliz
usuario de los productos del Decathlon, en particular, sus marcas Kalenji,
Evadict y Kiprun, y son productos con precios rematadamente más bajos que los
de otras marcas con más pompa y puedo decir, además, que he logrado registros
bastante dignos en trail y asfalto con ellos. Que conste que no estoy
patrocinado por Decathlon (ni por nadie). No gano nada promocionando Decathlon,
más allá, eso sí, de (1) convencerte de que puedes rendir a las mil maravillas
sin necesidad de dejarte la paga extra de navidad en un par de zapas y (2) contribuir,
de este modo, a que te ahorres un buen puñado de euros, que podrás invertir,
por ejemplo, en un par de auriculares para escuchar mejor tus podcasts
favoritos.
Hay tres cuestiones que resolver y el tiempo sí que vale
oro. Así pues, sin más dilación, vamos al turrón.
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¿POR QUÉ SE HA IMPUESTO EL MAXIMALISMO?
Corría el año 2012 cuando, a petición de Kilian Jornet,
Salomon desarrolló la zapatilla S-Lab Sense. Kilian venía de haber competido
por vez primera en la Western States ER, con una muy mala experiencia. Semanas
antes a la carrera, Kilian había completado la travesía integral de los Pirineos,
una ruta de 700k y 36.000m de desnivel positivo, en tan sólo ocho días; algo
muy poco recomendable en la preparación de una carrera de 100 millas... Aparte,
por aquel entonces, Kilian apenas había corrido en llano en toda su vida. Por
último, como en aquella época aún no existían los soft-flasks, los cinturones o
las mochilas-chaleco, la hidratación en carrera era bastante complicada. Todos
estos factores se juntaron en el estreno de Kilian en la Western States;
carrera, recordemos, que transcurre por los bosques de California, bajo un
calor sofocante. El resultado de este cóctel fue que, si bien Kilian estuvo en
el grupo de cabeza durante muchos kilómetros, acercándose al tramo final, tuvo
que parar y meterse en el río para refrigerar, pues iba ya echando humo y con
las piernas inflamadas. Lógicamente, dicha parada de urgencia lo dejó muy atrás
del grupo de cabeza… Tras aquel fracaso (bueno, fracaso relativo, porque, aún
con lo explicado, llegó tercero), Kilian se puso manos a la obra con el equipo de
desarrolladores de Salomon a trabajar en formas de portar agua cómodamente y,
más importante, en la zapatilla voladora definitiva. Así nació la S-Lab Sense.
La S-Lab Sense fue y sigue siendo la expresión más perfecta del minimalismo en
calzado para correr por montaña. Es una zapatilla estrecha, sin apenas
protecciones, sin apenas taco, sin apenas amortiguación y que pesa menos de
200g. Es, a efectos prácticos, una voladora de asfalto a la que se le han
añadido unos minúsculos y escasos tacos en la suela y una tira extra de goma en
la puntera para proteger un poco los dedos de los golpes con la roca. Quienes
seguimos esto del trail desde hace algunos añitos recordamos perfectamente esas
S-Lab rojas y blancas, con las que Kilian forjó su leyenda. Kilian las acuñó,
pero pronto se convirtieron en las zapas de cabecera del equipo Salomon al
completo, incluyendo a, entre otros, Emelie Forsberg, Rickey Gates o Anna
Frost, en la división internacional, Miguel Heras, Tófol Castanyer o Nuria
Picas, en el apartado nacional. Hay que decir, además, que esta gente utilizaba
las S-Lab Sense para todo, ya fuera un kilómetro vertical, una carrera corta,
distancia maratón o una ultra y ya fuera en terreno más trail o en recorridos
salvajes tipo skyrunning… ¿Qué ocurrió entonces? Que, en un intento de emular a
sus ídolos, la masa de populares adoptó el minimalismo con confianza ciega. La
zapatilla voladora era la reina. Marcas como Adidas Terrex o La Sportiva, las
pocas que en esos años 2010 tenían una parte del pastel además de Salomon,
también ofertaban sus correspondientes modelos minimalistas. Cuanto menos
material llevases en los pies, mejor.
Pero un buen día llegó Hoka. Y le dio la vuelta a la
tortilla. Giro de 180 grados. Hoka llegó con lo que muchos tildaron de
“zancos”: modelos con perfiles escandalosos de hasta 35mm, modelos con
amortiguación como para correr 100 millas con las patas frescas, dormir y, al
despertarte, sentir que puedes con otras 100. Y es que Hoka supo leer las
necesidades de los y las populares. Kilian, Emelie o Dakota Jones podían hacer
ultras con zapatillas exiguas, como las Sense, de hecho, hoy lo hacen con las
NNormal Kjerag, voladoras de manual; pero el resto de mortales necesitamos más
colchón. Es más, los propios Miguel Heras o Nuria Picas han confesado que
sufrían con las Sense y agradecieron el cambio de tendencia hacia el
maximalismo, incluso en Salomon.
Un buen día llegó Hoka y cambió las reglas del juego. Y no le
he ha ido nada mal: hoy son líderes indiscutibles del mercado. Ya he dicho en
alguna otra ocasión que no hay más que ponerse en una línea de salida de
cualquier carrera de montaña, bajar la mirada y hacer un barrido rápido por los
pies de los y las participantes; me atrevería a decir que el 50% de lo que ves cubriendo
esos pies son Hoka, especialmente Speedgoat y Mafate, y la mitad restante del
pastel se lo tienen que repartir el resto de marcas (Brooks, Saucony, New
Balance, La Sportiva, etc.). Salomon, antigua dominadora del mercado, a duras
penas resiste hoy, haciendo, además, lo que jamás nadie habría previsto. Hoy
ofrece cosas como la Ultra Glide con perfil 26mm en antepié, 32mm en talón.
En fin, las voladoras son fantásticas sobre el papel: peso
raquítico para correr rápido, horma estrecha para moverse ágilmente entre las
rocas, distancia mínima al suelo para sentir el terreno. Pero ¿quién tiene el
peso corporal, la técnica, los músculos y tendones para aprovechar esas
prestaciones en una carrera corta y no digamos ya en una larga? Los terrícolas,
nacidos en este planeta, no, desde luego. Las personas mundanas necesitamos
amortiguación en cantidad, aunque eso incremente el peso de la zapatilla hasta
los 300 gramos. Esto es lo que supo detectar Hoka y que ha materializado a la
perfección en modelos como Speedgoat y que el resto de marcas, inclusive
Salomon, han copiado como borregos, conscientes de que es la única vía para
pillar algo del pastel, que acapara prácticamente la marca de las dos alas. (Es
curioso que Hoka nació en Annecy, el mismo sitio donde Salomon tiene su base, y
de la mano de un antiguo trabajador de Salomon. Ay, si hubieran sabido
retenerle… )
¿POR QUÉ LA HORQUILLA 140-180€ NOS PARECE NORMAL?
Hoy nadie se sorprende de que, en materia de zapas de trail,
las de entrenamiento cuesten 140€ y las orientadas al rendimiento, 180. En el
caso del asfalto la horquilla está todavía más disparada y, sin embargo,
tampoco nadie levanta las cejas al encontrarse con precios de 160, 250 y hasta
300€ por, en principio, un pedazo de espuma, caucho y poliéster. No obstante,
en esa década de los 2010, de la que antes hablamos, lo que en trail hoy es la
barrera de los 200€ entonces se ubicaba en los 100-120. Es decir, unas zapas
tope de gama costaban lo que hoy entendemos como zapatilla básica. Actualmente,
todo lo que baje de 100€, sin estar rebajado, lo tomamos como zapatilla “de
iniciación” o zapatilla mixta, apta para pistas forestales, pero no para el
monte. ¿Por qué aceptamos como normal lo que hace no tanto era excepcional?
Aquí hay varios factores implicados, unos tienen que ver con
el mercado en general y otros son específicos del mercado de zapatillas de
trail. Entre los factores generales está la inflación. No descubro nada nuevo.
Sencillamente, los precios de las cosas suben cada año. Esto sucede porque,
salvo crisis, la economía de los países también crece anualmente. Los salarios
y las pensiones, idealmente, suben también de manera proporcional, aunque esto
suele ir con retraso.
Por otro lado, la inflación se ve incrementada cuando se dan
coyunturas especiales, como la que vivimos desde hace unos tres años. Las
materias primas escasean y su precio se ha disparado y lo mismo ocurre con la
energía. Estos incrementos hacen que producir y distribuir zapatillas sea mucho
más costoso y, necesariamente, se ha de repercutir en el precio final.
Otros factores que, creo, están implicados en la subida de
precios de las cosas, en general, y de las zapatillas, en particular, son de
tipo psicológico. Por una parte, está el sesgo de la relación calidad/precio.
En general, más precio suele implicar un producto de más calidad, pero la
relación no es, ni mucho menos, perfecta. A veces, simplemente, estás pagando
una reputación o campañas de publicidad mastodónticas. Hay marcas que, por su
renombre, se pueden permitir fijar precios desorbitados, porque la gente ya
confía plenamente en ellas. Un buen ejemplo es Apple. Por supuesto, no estoy
diciendo que un iPhone o un iMac sean cacharros de tres al cuarto, pero sí que
una parte del precio que pagas, sea más o menos grande, lo das únicamente por
la fama de la marca. Estoy seguro de que un Xiaomi o un Huawei te pueden dar
exactamente lo mismo por menos. O, si una espuma de afeitar la anuncian los
jugadores de la selección argentina de fútbol, pues en su precio se habrá
repercutido el coste de dicha campaña de publicidad.
Otro proceso psicológico implicado en el comportamiento del mercado
es el consumismo. Nos han convencido de que la felicidad sólo se consigue
comprando cosas y comprando mucho (en el Black Friday, en el Blue Monday, en
San Valentín… ). Lo cierto es que la felicidad no existe, existen el bienestar
y la alegría, que es distinto. Logramos bienestar cuando nos sentimos realizados
y cuando en nuestra vida abundan momentos de alegría. Para lo primero, la
autorrealización, debemos hacer las cosas que nos gustan y con las que podemos desarrollar
nuestra creatividad. Para lo segundo, los momentos de alegría, debemos apreciar
las pequeñas cosas del día a día y pasar más tiempo con nuestra gente. De esto,
de haber seguido el camino que dictaba tu corazón y de haber pasado menos
tiempo quejándonos y más tiempo con nuestra gente, es de lo que nos sentiremos satisfechos
cuando nos llegue la hora. Y, como se ve, en esa satisfacción con la vida no
hay iPhones, Lamborghinis o Nike Alphafly Next de por medio. No hace falta
acumular objetos para vivir bien, pero es difícil resistir la poderosa fuerza
de la publicidad, que hemos recibido por vía intravenosa desde la infancia.
Aparte de estos factores generales, de tipo económico y
psicológico, hay dos específicos del trail, que también contribuyen a la citada
horquilla de precios actual entre 140 y 180€. Para empezar, y aunque es algo
especulativo, tengo la impresión de que los precios en zapatillas de asfalto
han cambiado la percepción general sobre lo que es razonable pagar por unas
zapatillas, sean del tipo que sean. En asfalto el aumento ha sido tan brutal,
que las zapatillas han adquirido un nuevo estatus, más parecido al de productos
de tecnología que al del ámbito textil. O sea, hoy unas zapatillas se pueden
percibir, casi casi, como un Smartphone, una Tablet o un reloj GPS último
modelo y, en consecuencia, se pagan precios comparables por ellas. Es como lo
que ha ocurrido en gastronomía: antiguamente, acudíamos a un restaurante por
necesidad, por encontrarte fuera de casa y necesitar alimentarte de alguna
forma, o por curiosidad, por probar un tipo de cocina diferente; hoy, es un
lujo que algunos se permiten de cuando en cuando, pagando 300€ por un menú o
esos mismos euros por una sola botella de vino. Las zapatillas son ya un
producto delicatessen.
Sí hay que reconocer que el salto radical en precios de
zapatillas de asfalto tiene cierto fundamento. Y es que la promesa de Nike es
real: las Alphafly con espuma súper reactiva y placa de carbono aumentan de
verdad el rendimiento hasta considerarse, por muchos, dopaje tecnológico. El
histórico de tiempos récord está ahí. Se han batido en poco tiempo los de todas
las distancias y circuitos y en las categorías masculina y femenina. El
mismísimo Eliud Kipchoge tenía un tiempo de 2h 2’ en maratón y, por arte de
magia, sin cambiar su régimen de entrenamiento ni sus insuperables economía de
carrera y mentalidad, de golpe y porrazo se planta en las 2:01:39 o las
recientes 2:01:09… ¿Qué cambió? Cambió lo que llevaba en sus pies. Así pues, en
asfalto, la subida de precios está, hasta cierto punto, justificada; porque hay
que recuperar la inversión en I+D que requirió crear la súper zapatilla en
cuestión.
Lo que pasa es que esa revolución tecnológica del asfalto no
ha sucedido en trail y, sin embargo, el salto de precios sí. En trail hay
algunos componentes, como la suela Vibram o el sistema de ajuste Boa, que
pueden justificar un sobreprecio. Pero no es ni por asomo comparable al plus
que proporciona la placa de carbono en asfalto. Y, respecto a las zapatillas de
trail que incorporan placa de carbono, como la Vectiv de TNF, el beneficio
tampoco es comparable. Es más, aunque no lo he probado, no le veo recorrido a
la placa de carbono en montaña, donde el terreno es irregular y no hay dos
pisadas iguales… En fin, los precios en asfalto se han disparado, pero, hasta
cierto punto, tiene sentido dado el plus de rendimiento que da la placa de
carbono; eso, creo yo, ha influenciado la manera como percibimos las zapatillas
en general, sean del tipo que sean, que ahora son un producto delicatessen.
Por último, otro factor que nos afecta en el mundo del trail
running es la creencia en las píldoras mágicas. Escuchamos que tal o cual
atleta hace series en cuesta con equis repeticiones y equis tiempo de
recuperación, toma equis gramos de carbohidrato/hora, toma equis suplementos,
usa equis pistola de masaje o usa equis zapatillas y nos convencemos de que esa
sola arma secreta explica su rendimiento. Y entonces la deseamos a toda costa.
Pero, ya lo sabemos, no hay atajos: ese o esa atleta entrena 25 horas a la
semana, duerme 9 horas al día, tiene dedicación 100% al entrenamiento y el
descanso y mantiene ese mismo régimen desde la adolescencia. Ésa es su arma
secreta: trabajo acumulado durante años (y una pizca de genética, claro está) y
no las zapatillas. Las zapatillas y, más todavía en trail, como ya he explicado,
son apenas determinantes. Pero ¿qué ocurre? Pues que es más fácil confiar en
ese entreno mágico, en ese gel mágico o en esas zapatillas mágicas, que ponerte
a picar piedra día sí, día también, llueve, truene o haga 40º a la sombra. Pero,
como estamos convencidos del poder divino de esa píldora mágica, no nos importa
aflojar 200€ por ella.
En resumen, hoy aceptamos sin rechistar que la zapa básica
de trail nos cueste 140€ y la de competición, 180, cuando no hace tanto los
precios estaban aproximadamente en la mitad. Y esto se explica, como en
cualquier otro producto o servicio, por la inflación, por la economía global,
por la publicidad de las marcas y por la cultura consumista. Pero se explica
también, en mi opinión, porque la revolución tecnológica y de precios en
zapatillas de asfalto le ha concedido un nuevo estatus a las zapatillas, sean
del tipo que sean, que ahora se perciben como un producto exclusivo más que
como uno funcional. Aparte, en materia de rendimiento tendemos a creer en
píldoras mágicas, en gadgets milagrosos que funcionen como un bypass y nos
ahorren el trabajo duro, que en realidad es la única herramienta que de verdad
marca la diferencia; y no tenemos problema en pagar cantidades obscenas por
esos gadgets.
¿POR QUÉ DEBERÍAS CONSIDERAR SERIAMENTE LAS ZAPATILLAS DEL
DECATHLON?
Vuelvo a decir que no gano dinero promocionando Decathlon,
ni tan siquiera recibo material. Nadie patrocina este podcast. Mi motivación es
estrictamente divulgativa. Y, precisamente por eso, por el ánimo de divulgar,
de compartir conocimiento, creo sinceramente que no pierdes nada por escuchar
un par de cosas que voy a decir sobre los productos Decathlon. No pierdes nada
y, además, puedes ganar bastante; en concreto, ahorrarte la mitad de lo que
cuestan unas buenas zapas, un buen pantalón o una buena camiseta. Vamos al lío.
En cuanto a zapatillas, que es de lo que trata el episodio
de hoy, he tenido muchas del catálogo Decathlon desde que practico trail
running. Hay que aclarar que, hace un par de años, Decathlon hizo una apuesta
por el running y, de su marca para running Kalenji, desgajó dos submarcas especializadas,
Kiprun para asfalto y Evadict, para trail. O sea, ahora mismo, Decathlon tiene
tres marcas de running: Kalenji, que ofrece productos básicos, Kiprun, que
ofrece productos especializados para asfalto, y Evadict, que ofrece productos
especializados para trail. Evadict es la contracción de “evasión” y “adicción”.
Bien, pues en la gama actual de zapatillas Evadict, hay tres zapatillones que
merece la pena destacar. Hay una básica para entrenos, la TR2; y hay otras dos
más top que puedes reservar para entrenos clave y competiciones, la Race Ultra
y la Mt Cushion. Y, si sólo quieres una zapatilla para todo, la más equilibrada
es esta última, la Mt Cushion. Todas se sienten cómodas nada más ponértelas, se
comportan perfectamente sobre el terreno y son durables. Respecto a la
amortiguación, están las tres en el rango medio, ni voladoras ni maximalistas;
en concreto, perfiles de unos 25mm delante, 30mm detrás. Todas tienen una caja
de dedos tirando a ancha. Hay algunos detalles extra. La básica, la TR2, pesa
300g en talla 42 y tiene tacos poco prominentes. La puntera cuenta con
protección más bien ligera. Por todo ello, está pensada para terreno pistero. Es
mi zapa de cabecera. Precio: 59€. Si quieres dar un salto de calidad, dispones
de la Mt Cushion y la Race Ultra. Las dos tienen un peso de 285g en talla 42. Las
dos cuentan con buenas protecciones. La Mt Cushion tiene tacos de 5mm pensados
para terrenos rotos. La Race Ultra tiene tacos de 5mm pensados para tierra y
barro. Uso las dos para entrenos clave y carreras y escojo la Mt Cushion, si el
terreno es rocoso, y la Race Ultra, si el terreno es graso. Precio de las dos:
79€.
En cuanto a zapatillas de asfalto, confieso que aún no he
probado ninguna Kiprun. Me vengo apañando con un modelo Kalenji, que uso en mis
entrenos por la ciudad o incluso en las carreras de asfalto. Se trata de la
Jogflow 500.1. Cómodas a más no poder, bastante amortiguadas (con altura al suelo
de 28mm delante, 32mm detrás) y ligeras (265g). Durabilidad: menos que las de
trail. Precio: 35€.
Respecto a pantalones, camisetas, calcetines, ropa interior,
etc., yo voy equipado con Decathlon de arriba abajo. Así como en zapatillas,
tanto de trail como de asfalto, he probado decenas de marcas, en textil sólo he
usado Decathlon en toda mi vida deportiva. Por tanto, si bien en materia de
zapatillas sí puedo afirmar rotundamente que Evadict no tiene nada que envidiar
a Brooks, New Balance, Saucony, Nike, Dynafit, Asics o Salomon, por citar
algunas de las marcas que he probado, en materia de textil no tengo referencia.
Sólo puedo decir, eso sí, que no tengo queja alguna. Y también puedo compartir
un truco. Para textil, a veces conviene buscar en secciones del Decathlon
distintas a las de running. Por ejemplo, mi camiseta térmica favorita es de
Kipsta, la marca Decathlon para fútbol. Y, como tengo los ojos claros, me
molesta mucho la luz del sol, por lo que en verano suelo usar gafas y utilizo
las Van Rysel, que es la marca Decathlon para ciclismo de carretera. De esa
misma sección también puedes sacar bragas para cuello bonitas y baratas. Y en
la sección de montaña, Quechua, puedes encontrar calcetines algo más gorditos
para el invierno.
Después de haber hablado maravillas de los productos
Decathlon, alguien puede estar pensando que me sirven porque mi nivel es
ridículamente bajo, pero que no aplica a gente que tenga un nivel competitivo
medio o incluso alto, al menos en ámbito regional. Bien, pues puedo decir (y no
es por sacar pecho y hacerme auto-bombo, sino por ilustrar las posibilidades de
estos productos) que tengo algún que otro resultado y algún que otro registro
interesante para un nivel popular. Insisto, no es por presumir, sino por
demostrar que no es necesario hipotecar la casa para equiparse para correr. He
aquí los números: en asfalto, con las citadas Jogflow de 35€, tengo 17’ en 5k y
38’ en 10k; en trail, tengo tops 30 en media maratón de montaña (tipo 20k con
1000m+) o tops 10 en distancia “promo” (tipo 12k con 700m+) usando las Mt
Cushion de 79€ y textil Decathlon. (Por cierto, me hace mucha gracia en las
líneas de salida un pequeño juego que practico: hago un cálculo rápido de
cuánto vale todo el material que llevo encima, zapatillas, calcetines,
calzoncillos, pantalón, camiseta, soft-flask, gafas de sol, que puede sumar un
total de 135€, y lo comparo con lo que valen solamente las zapatillas de
quienes tengo alrededor, 140€. Debo decir que esa gente a mi alrededor me suele
mirar con recelo, por no decir directamente con desprecio, porque se dan cuenta
de que voy equipado con lo más barato; pero, quien ríe el último ríe mejor y
por eso me importan un comino esas miradas maliciosas… ) Por último, y aunque
no de forma competitiva, con equipamiento íntegramente Decathlon, también he
realizado actividades de montaña de 6-8-10 horas, incluyendo ascensiones a
montañas destacadas, como Peña Vieja, Llambrión, Torrecerredo, en Picos de
Europa, Espigüete, Curavacas, en Montaña Palentina, Almanzor, La Galana, en
Gredos.
Todavía quedará alguien que sigue sin creer en la capacidad
de una marca supuestamente “cutre” como es Decathlon Evadict. Dos palabras: Blandine
L´Hirondel. Blandine es una atleta del equipo Evadict, es decir, que viste de
pies a cabeza con la marca trail running de Decathlon, incluyendo zapatillas,
textil, visera, cortavientos, mochila y soft-flask. Y, para quien no la
conozca, Blandine es la vigente ganadora de la CCC de UTMB, con récord de la
prueba incluido, y oro en distancia ultra en el campeonato del mundo de trail
de 2022 en Tailandia y en el europeo off road de 2022 en Canarias.
CONCLUSIÓN
El precio de bienes y servicios sube. Es el comportamiento
natural del mercado. Si todo va bien, los salarios van subiendo
proporcionalmente. Por eso, no se puede comparar lo que valen unas zapatillas
hoy con lo que valían en la década de 2010. Dicho esto, no ha habido una
proporcionalidad en el aumento del precio de la cesta de la compra y el de las
zapatillas de running. Si, pongamos, un café en la década de 2010 costaba 1€ en
ciudades medianas españolas y ahora cuesta 1€50, es decir, cuesta un 50% más;
en materia de zapatillas el incremento ha sido del 100%: lo que ayer costaba
80, hoy cuesta 160 (por no hablar de las Alphafly Next de 300€… ). Por otro
lado, si en los 2010 se llevaban las zapatillas trail minimalistas, con
protecciones y amortiguación raquíticas, hoy la tendencia es clara y
cristalina: maximalismo con perfiles de 30-35mm. O sea, hoy se llevan las
zapatillas de trail gordas y en el rango 140-180€. ¿Cómo hemos llegado a esto?
En mi opinión, tal como he querido exponer en este episodio, hay esencialmente
dos factores. (1) La invención por parte de Nike del combo espumas prominentes
y reactivas, por un lado, y placa de carbono, por el otro, que supone una
mejora real del rendimiento y que luego el resto de marcas han replicado, ha
modificado la manera como percibimos una zapatilla: ya no es un producto
funcional, es un producto de lujo; y esa percepción (no esa tecnología) se ha
trasladado al trail. (2) Por influencia de iconos como Kilian, en lugar
destacado, pero también Emelie Forsberg, Anna Frost, Rickey Gates, Max King,
Miguel Heras, o Nuria Picas, todos ellos calzando las S-Lab Sense, la
realización más perfecta de la zapatilla voladora, los y las populares
abrazaron ciegamente el minimalismo. ¿Problema? Una zapatilla minimalista no
sirve para la persona pesada, débil, con mala técnica y con mal descanso. O
sea, no sirve para el común de los mortales. ¿Solución? Pon unas Hoka en tu vida,
estarás cómodamente alzado a casi 4mm del suelo, correrás a ritmo moderado,
pero sin molestias y acabando fresco para repetir al día siguiente. El
maximalismo arrasa con las Hoka Speedgoat, Brooks Caldera o New Balance FF More
Trail, seguramente, como mejores exponentes. Pero si no estás dispuesto a
dejarte 140€ en unas zapatillas y prefieres gastar eso mismo en una equipación
de pies a cabeza sin renunciar a la calidad, te invito a considerar seriamente
Decathlon Evadict, que tiene a Blandine L´Hirondel como embajadora, nada menos
que la vigente campeona de Europa y del mundo en distancia ultra y de la CCC,
con récord de la prueba incluido.
Corresendas, espero que hayas aprendido y disfrutado a
partes iguales. Si fue así, agradezco que te suscribas, comentes, pongas
estrellitas, corazones, reseñas, te suscribas y/o me sigas en Instagram, donde
estoy como CorrerPorSenderos, todo junto.
Nos encontramos aquí en siete días, si no antes por el
monte. Hala, a pisar sendas (ya sea con zapas de 200€ o de 60… ).
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