Episodio 69. "Vuelta a lo básico. Las cuatro cosas poco “fancy” que te dan el 99% del resultado"
Autor: Héctor García Rodicio https://www.instagram.com/correrporsenderos/
Seguramente no has leído el “Manual de Economía Política” de
Vilfredo Pareto; yo tampoco lo he hecho. Pero, es seguro también, que has oído hablar
del “principio de Pareto”, por el cual, el 80% de los resultados dependen del
20% de los factores, por lo que conviene destinar nuestro tiempo y esfuerzo a
estos últimos, si queremos ser eficientes y eficaces; si queremos que cada
minuto de trabajo invertido cuente en el resultado final. Y, por lógica,
destinar tiempo y esfuerzo al 20% de cosas que de verdad importan, implica
olvidarse de toda esa miríada de cosas muy molonas, sí, pero que, en el mejor
de los casos, podrían darte un 1% o un cero-coma-algo por ciento de
rendimiento.
Si te interesa saberlo, Vilfredo Pareto fue un economista
italiano que, al analizar el reparto de tierras en su país, se percató de que
el 80% de ellas pertenecía a un pequeño grupo de terratenientes, que
representaban solamente el 20% de la población. El caso es que ese principio
80/20, que el 20% de los factores nos proporcionan el 80% del resultado y que
el 80% restante de factores, todos juntos, con suerte podrían darnos un 20%
extra de rendimiento, también aplica al trail-running, que es lo que aquí
interesa. Ocurre así que, de todos esos sistemas de entrenamiento, productos de
nutrición y recuperación y gadgets de monitorización que existen, esas estancias
en altura o tiendas de hipoxia, esos lactatos, HRVs, NIRS o monitores de
glucosa, esos nitratos, bicarbonatos o cetonas o esos electro-estimuladores,
botas de compresión o crioterapias, ninguno merece de veras la pena, salvo que
seas profesional o, si acaso, amateur mega-comprometido, y quieras explotar
todas las ganancias marginales posibles para ganar un 1 o 2% de rendimiento. Las
cuatro cosas que te van a dar, como mínimo, el 80% de resultado son poco
glamurosas, son cosas que no querrías publicar en Stories de Instagram o en
TikTok, son bastante old-school, pero, insisto: funcionan. No descubro la
pólvora si te digo que esas cuatro cosas son (1) acumular mucho trabajo,
mayoritariamente de baja intensidad, pero incluyendo también algunos workouts
de alta intensidad, (2) observar tus sensaciones antes, durante y después del
entrenamiento, (3) nutrirse adecuadamente antes, durante y después del
entrenamiento, pudiendo suplementar con productos probados, como cafeína,
creatina o proteína, y (4) descansar.
Bien, ya tenemos las cartas sobre la mesa. Por un lado,
tenemos las cuatro cosas que sabemos que funcionan: acumular trabajo (casi todo
a baja intensidad y algo, a alta), monitorizar la carga del entrenamiento
observando las sensaciones, nutrirse en función del gasto calórico y la
destrucción muscular, descansar tanto y tan bien como se entrena. Y, por otro
lado, tenemos una retahíla de cosas súper “Fancy”, que además están súper de
moda y las vemos en las Stories de Instagram o son materia de revisiones
sistemáticas de estudios, pero con mínima efectividad, para la masa trail
runner popular: sesiones dobles a umbral, entrenamiento en ayunas,
entrenamiento en altura, tiendas de hipoxia, sauna, psicólogo deportivo;
medidor de lactato, estimador de potencia, termómetros de core, HRV, NIRS,
análisis de sangre trimestrales, monitores de glucosa; geles high-carb, pastillas
de sales, nitratos, bicarbonato de sodio, cetonas, MCTs; botas de compresión,
electro-estimuladores, crioterapia, multi-vitamínicos. Una vez más, hoy toca
bajar de la nube a la realidad y recordar lo que ya sabemos: que el trabajo
duro, la nutrición, el descanso y un poco de sentido común son lo que va a
llevarnos a nuestra mejor versión y que, el resto de sistemas, productos y
gadgets, no pueden sustituir lo anterior. Los atajos no existen, nos guste o
no.
Ahora, que me he ganado ya unos cuantos enemigos, sin más
dilación, vamos al turrón.
Escúchalo en iVoox: https://go.ivoox.com/sq/1589660
Escúchalo en Spotify: https://open.spotify.com/show/55BRVcsLuTk23vrznk4Svb
Escúchalo en Apple Podcast: https://podcasts.apple.com/us/podcast/correrporsenderos/id1633871674
Escúchalo en YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCHxjhh-GjnQ3QU_zB2NYTnw
¿QUÉ COSAS “SÚPER FANCY” ESTÁN DE ACTUALIDAD EN DEPORTES DE
RESISTENCIA?
Como apunté en la “intro”, hay un buen manojo de cosas de
las que mucho se habla y difunde en redes sociales y que, también, son objeto
de investigación científica, cosas que, teóricamente, suponen un “boost” para
nuestro rendimiento y lo llevan a otra dimensión. Algunas de estas cosas tienen
que ver con el entrenamiento, con cómo se organiza y con cómo se monitoriza
éste, otras son ayudas ergogénicas y las hay también relacionadas con la
recuperación. Entrenamiento, energía, recuperación. Veamos cuáles son cada una
de estas supuestas ayudas al rendimiento, qué beneficios prometen y qué dice la
ciencia más pura y dura al respecto.
Sesiones dobles a ritmo umbral
Desde que Jakob Ingebrigtsen irrumpiera en la escena del
medio-fondo y Blummenfelt e Iden lo hicieran en la del triatlón de corta y de
larga distancia, todas las miradas están puestas en Noruega. Y es que los
amigos escandinavos arrasan cuando saltan a la pista, especialmente el
jovencito Jakob Ingebrigtsen, quien, al ritmo que lleva, va a lograr su meta de
lograr (nada más y nada menos que) 10 récords mundiales. Los noruegos se
caracterizan por llevar un enfoque muy científico. Olav Alexander Bu,
entrenador de Blummenfelt e Iden, de hecho, colabora con equipos de
investigación de universidades y de marcas a la vanguardia, como Maurten, y
hasta ha fundado una empresa de evaluación del rendimiento deportivo, Santara
Tech. Entonces, dado el rendimiento excelente de estos vikingos y dada su
meticulosidad en el entrenamiento, cualquier método que empleen se toma
automáticamente como palabra de Dios. Uno de los métodos que más ha trascendido
de Ingebrigtsen son sus dobles sesiones de umbral. Los martes, Jakob se pegaría
una sesión de mañana fuerte (donde haría 5x6’ a ritmo tempo) y otra fuerte por
la tarde (donde haría 10x1000 a ritmo umbral de lactato). No contento con eso,
Jakob repetiría el doblete los jueves, haciendo sesión fuerte de mañana (6x5’
tempo) y sesión fuerte de tarde (20x400 a umbral). Básicamente, lo que haría
Jakob es aplicar ese esquema (podemos decir) “clásico” de hacer dos días de
intensidad a la semana, pero, mediante esos dobletes mañana-tarde, logra sumar
más tiempo en ritmos altos y, como son altos pero no máximos, no llegar al
over-reaching. O sea, en lugar de hacer series de vo2max, que son un estímulo
muy fuerte, pero que producen mucha fatiga y, por tanto, deben limitarse a dos
por semana, Jakob hace sesiones menos exigentes, con intensidad de umbral de
lactato, algo inferior al consumo máximo de oxígeno, pero pudiendo así acumular
hasta cuatro sesiones y más volumen semanal de trabajo de calidad.
Según el
artículo de 2023, “Does lactate-guided treshold interval training represent the
next step in the evolution of distance running training?”, esas dobles sesiones
funcionan. Y lo hacen por lo que acabamos de explicar: permiten pasar
más tiempo a intensidades altas, sin freírse. Pero, teniendo trabajo, tareas
domésticas y administrativas, familia que cuidar, como tenemos tú y yo,
¿podemos meter dobles sesiones dos días a la semana?
Entrenamiento en ayunas
Ya le dedicamos un episodio íntegramente a esta cuestión, el
49. Entonces aprendimos que, sí, el ayuno es beneficioso en varios sentidos. El
más importante, además de que ayunar permite dejar descansar al sistema
digestivo, es que, con suficientes horas en ayunas, estimulamos la génesis
mitocondrial, la generación de nuevas centrales energéticas en nuestras
células, y la autofagia, proceso por el cual las células reciclan estructuras
dañadas en energía. Respecto a su impacto en el rendimiento, en teoría,
entrenar en depleción de glucógeno (que implicaría, no sólo entrenar sin haber
comido nada ese día, sino sin haber metido carbohidrato el día o días previos)
mejoraría tu capacidad oxidativa, algo que interesa en actividades de larga
duración, actividades de 2-3h para arriba.
Pero, lo que tiene sentido desde un punto de vista biológico,
no tiene por qué cumplirse en la realidad. Esto es justamente lo que pasa
cuando te dedicas al deporte de resistencia y restringes carbohidratos. En el estudio de 2020 titulado “Crisis
of confidence averted: Impairment of exercise economy and performance in elite race
walkers by ketogenic low carbohydrate, high fat diet is reproducible”
encontraron lo siguiente. Reunieron a 30 atletas élite, hombres y
mujeres, de la modalidad de marcha. Durante cuatro semanas, un tercio siguió
una dieta alta en CH, otro tercio siguió una dieta periodizada en CH (los toman
sólo los días de entrenos duros), el tercio restante siguió una dieta muy baja
CH, cetogénica. Durante esas semanas siguieron sus planes de entrenamiento
normalmente; planes pensados, claro está, para mejorar su rendimiento de cara a
pruebas oficiales fijadas como objetivo en la temporada. En una de esas
pruebas, que fueron los 20k marcha, se vio que quienes siguieron dieta alta en
CH mejoraron sus tiempos en un 4.8%, quienes siguieron la periodizada mejoraron
un 2.2% y quienes siguieron la cetogénica empeoraron sus tiempos un 2.3%. En
este último grupo, se vio también que restaurar su dieta normal alta en CH por
dos semanas no lograba devolverlos a sus marcas habituales. En fin, el ayuno
tiene sus beneficios, pero no para el deporte de resistencia. El prometedor
“train low, compete high”, referido a los CH, me temo que, aunque tenga todo el
sentido, no funciona en la práctica en endurance sports…
Entrenamiento en altura
También tuvimos episodio del podcast dedicado en exclusiva a
la altura, el 47. Hablamos de entrenar en altura para competir bajo y de cómo
entrenar para hacer actividad en altura. Lo que interesa aquí es lo primero, el
famoso “train high, compete low”. Desde los JJOO de México 1968, que se
celebraron en ciudad de México, con una altitud media de 2240msnm, se ha
investigado mucho sobre los efectos de la altura. Hoy sabemos que entrenarse en
altura puede tener sus beneficios, pero, es caro, ha de manejarse muy
cuidadosamente y, además, para obtener ganancias pequeñas. O sea, es algo
potencialmente útil, pero sólo para la élite. Además de los niveles de hierro,
la hidratación o la ingesta de carbohidratos, una cosa muy a vigilar es el
manejo de la alta intensidad en altura. La hipoxia es, de por sí, un estímulo
fuerte; si, además, lo combinas con alta intensidad, el cóctel puede resultar
explosivo…
De hecho, la tendencia actual es más favorable al método
“live high, train low”, que significa hacer estancias en altura, donde comes,
descansas y duermes, pero no entrenar allí, sino bajar en coche cada día a
entrenar más abajo. Si la estancia en altura ya es cara y delicada de por sí,
esto complica aún más la logística y lo hace menos accesible aún. Eso sí, si
puedes pagarlo e implementarlo, la investigación de 2023 titulada “’Living
High-Training Low’ for Olympic Medal Performance: What Have We Learned 25 Years
After Implementation?” demuestra que funciona. El equipo EEUU de atletismo, que
siguió el método “live high, train low”, logró hasta 19 medallas, juntando lo
conseguido en los juegos de Río 2016, el mundial en Londres 2017 y el mundial
en Doha 2019.
Tiendas de hipoxia
Precisamente por lo anterior, porque entrenar alto-competir
bajo es delicado y, en cambio, vivir alto-entrenar bajo es, complicado
logísticamente, pero seguro, las tiendas de hipoxia tienen sentido. Lo tienen
porque te permiten dormir en altura simulada y entrenar con normalidad, sean
entrenos extensivos o de intensidad. Las tiendas de hipoxia posibilitan aplicar
el “live high, train low” de forma barata. Una limitación es que, en lugar de
darte 20-22h diarias de exposición a hipoxia, te van a dar 7-8. Esto obliga a
pasar semanas y semanas durmiendo en tienda para acumular las horas suficientes,
umbral que parece estar por encima de las 300, según la investigación de 2023
antes citada. Esa misma investigación especula que 200h también podrían ser
suficientes, si la altura simulada alcanza los 3500-4000msnm, bastante por
encima de los 2500 convencionales. Remi Bonnet habría hecho un protocolo de
este estilo para preparar su récord en Pikes Peak Ascent de septiembre de 2023.
Entrenamiento en calor, sauna y baños calientes
Se dice que “el calor es la altitud del pobre”. Y es que,
con calor, se pueden conseguir adaptaciones análogas a las de la altitud. Pero,
además, sin apenas coste o, directamente, gratis. En el estudio de 2010 “Heat
acclimation improves exercise performance”, ciclistas entrenados realizaron un
plan de entrenamiento de 10 días, antes de enfrentarse a un time trial, donde
tuvieron que generar la máxima potencia durante 1h. En esos 10 días, unos
hicieron sesiones de rodillo de 1h a intensidad media, a temperatura ambiente;
y otros las hicieron en habitación cerrada a 38ºC. Quienes hicieron ese
entrenamiento en calor, mostraron un rendimiento superior en el time trial; en
concreto, un 6%, cuando el test se hacía en condiciones frescas de 13ºC, y un
8%, cuando el test se hacía en condiciones tórridas, de 40ºC. Esa mejora se
explica por el aumento en el volumen de plasma, de en torno a un 6%, y del
output cardíaco, de en torno al 7, según se encontró en el estudio en cuestión.
Un estudio más reciente, de 2022, y titulado “A comparison
of medium-term heat acclimation by post-exercise hot water immersion or
exercise in the heat”, encontró que se pueden sustituir esas sesiones
sofocantes en habitación caliente y cerrada por baños de 40min en bañera a 40ºC
post-entrenamiento. En el estudio participaron personas normales activas, a
quienes se puso a hacer sesiones de correr en cinta de unos 40min. Hubo quienes
corrieron a temperatura ambiente de 19ºC, quienes lo hicieron a temperatura de
33ºC, que ya es calor, y quienes lo hicieron a 19ºC, pero, aparte, después se
dieron un baño de 40min en agua a 40ºC. Lo que se encontró es que la inmersión
en agua caliente consiguió reducciones en la temperatura corporal (tanto la
central como la periférica) incluso mayores que el entrenamiento en calor. Según
los investigadores, se podría lograr lo mismo con sesiones de sauna
post-entrenamiento, pero la sauna es menos accesible que la bañera.
En fin, de nuevo, la ciencia demuestra que se puede rascar
un plus bastante decente de rendimiento aplicando métodos, en este caso,
baratos. Pero, una vez más también, la pregunta es si merece la pena el
esfuerzo (porque hay que decir que los entrenos en habitación cerrada a 40ºC o
las sesiones de sauna a 80 no se soportan fácilmente, ni mucho menos) y si el
beneficio en un test de 60min o en el descenso de la temperatura corporal tiene
traducción directa al rendimiento en nuestra competición objetivo…
Entrenamiento bajo presión
El contexto de entrenamiento no es igual que el contexto de
competición, aunque estemos haciendo una réplica del perfil de carrera o
corriendo por el terreno mismo donde se hace la prueba. En el contexto de
competición hay presión. Hay presión porque tienes ciertas expectativas de
rendir a cierto nivel, pero ese día concreto pueden no darse las condiciones
para ello; y, además, todo el mundo está pendiente de dicho resultado, no sólo
tú. O sea, pase lo que pase ese día, te levantes como te levantes de la cama,
te sientas como te sientas bajo el arco de salida, te sienten como te sienten
los productos de nutrición ese día, esté el terreno y la meteo como esté ese
día, tienes que rendir; y, para rematar, hay muchos ojos observando.
Un nuevo método de entrenamiento es el “pressure training”,
el entrenar en condiciones duras, para aclimatarse a la presión que sí o sí
habrá el día de competición. Según la revisión de estudios de 2021 titulada “Pressure
Training for Performance Contexts”, se han probado distintas aclimataciones o
formas de PT, todas ellas útiles para desarrollar la capacidad para lidiar con
la presión. Un tipo de PT es que una figura de autoridad, como puede ser tu
entrenador, esté presente en el entreno y, al final del mismo, emita un juicio
sobre cómo lo has hecho. Es decir, has de esforzarte para contentar de verdad
al Míster (que no sólo vea un color verde en Training Peaks), lo que supone una
presión extra. Otro tipo de PT es fijar unos estándares de rendimiento altos
para el entreno y, en el momento en que no se alcanzan, la sesión queda
anulada. Por ejemplo, imagina que debes hacer unas series en cuesta, que has de
completar una subida de 1K y 100m+ en, máximo, 7min. Y debes hacer hasta seis
series así. Cuando una de ellas supere los 7min, el entreno se ha acabado. Eso
es presión. Otra forma de PT más es simular las condiciones de la competición.
En el atletismo de pista, eso puede traducirse en hacer un entreno o varios en
el estadio mismo donde tendrá lugar la prueba. En trail running, podría hacerse
un entreno en el recorrido mismo de la carrera, con la ropa y material y
productos de nutrición exactos que llevarás en carrera y podrías complementarlo
con “imaginería mental”, es decir, imaginando que están los rivales y el
público.
Sí, recrear las condiciones de carrera te hacen desarrollar
cayo y lidiar con mejor con la presión el día cuando esa presión es máxima. Muy
bonito, pero, una vez más, a quienes formamos la masa popular, ¿nos hace falta
añadir más estrés a una vida ya bien cargada de estrés, incluido el
entrenamiento? A deportistas pro, que entrenan, comen y descansan, un poco más
de estrés, a través de sesiones de alta intensidad o de muy larga duración o a
través de este PT, no les sobrecarga y les fortalece. A alguien que va sobrado
de estrés, una pizca más puede colmar el vaso… Es más práctico hacer una
carrera menor, de ensayo, antes de tu objetivo A.
Medidor de lactato
El entrenamiento es un estrés que nos fortalece, si se
aplica en la dosis correcta. Si el estímulo es pequeño, no hay adaptación. Si
te pasas de rosca, hay sobre-entrenamiento. Hay formas de medir la carga de
entrenamiento, algunas son medidas externas y otras, internas. Medidas externas
son el kilometraje, el ritmo, el desnivel o la potencia. Pero son más
importantes las internas, ésas son las que reflejan realmente el estrés al que
es sometido el organismo. Por ejemplo, un mismo indicador externo, como correr
a 4’ el K, supone una carga interna moderada, si estamos corriendo sobre
asfalto y en llano, pero supone una carga interna muy alta, si estamos
corriendo sobre una pista de tierra con pendiente del 15%. Si nos basamos
exclusivamente en un indicador como el ritmo promedio, no sabremos realmente
cuánta caña ha soportado el cuerpo, que sufre más para sostener el ritmo con
terreno blando, viento en contra, pendiente fuerte o calor-humedad. Seguramente
el indicador interno más ampliamente utilizado es la frecuencia cardíaca. Tiene
algunos problemas, como que el estado de hidratación o la calidad del sueño lo
alteran, pero, en mi opinión, tiene una muy buena relación calidad-precio. Otra
de las limitaciones que tiene es su tiempo de respuesta: en series cortas, de
en torno a un minuto o menos, tiene una demora (de manera que parece que el
cuerpo va menos forzado de lo que realmente va); y, al acabar la serie, sea
corta o larga, va decayendo con bastante rapidez, más cuanto más en forma estés
(de manera que no da tiempo a ver cuánto has exprimido al cuerpo en esa serie).
Aquí es donde entran en juego los medidores de lactato. El
lactato es otra medida de carga interna, puesto que es un producto del
metabolismo glucolítico, ya sabéis, nuestro motor turbo. Mayor contribución de
la glucólisis, significa mayor intensidad del esfuerzo y se refleja en mayores
concentraciones de lactato en sangre, medido en mmol/L. La cosa es que,
terminada una serie, esas concentraciones se mantienen estables por más tiempo
que la frecuencia cardíaca, de modo que, si quieres hilar súper fino, es mejor
lactato que pulso. De hecho,
el artículo de 2023 antes citado, “Does lactate-guided treshold interval
training represent the next step in the evolution of distance running training?”,
muestra esto. Sin embargo, y una vez más, ¿hace falta que tú o que yo
nos compremos el dichoso aparatito, por entre 500 y 800€, y gastemos, además,
un montón de tiras reactivas por entreno, que también valen un dinero, entre 2
y 3€ unidad, cuando la precisión extra que nos aporta, respecto a la FC, es
mínima?
NIRS
Otro indicador de carga interna, más sofisticado aún que el
lactato, es la oxigenación muscular. La saturación de O2 es la cantidad de O2
en sangre. Tras un esfuerzo titánico, como un HIIT bien hecho, la saturación de
O2 baja, porque lo han absorbido las células del sistema musculo-esquelético y
del corazón y los pulmones, para generar tamaña producción de energía. (Por
cierto, respecto a lo que es un HIIT bien hecho, hay que recordar que en el
mítico estudio del investigador japonés Izumi Tabata, donde los ciclistas
experimentados participantes realizaban ocho sprints sobre la bici de 20
segundos con 10 segundos de recuperación entre sprints, muchos abandonaban el
protocolo sin poder completarlo o lo terminaban, pero vomitando… )
Pero, como lograr bajar la saturación global es muy difícil,
contar con medidas de saturación local, en un músculo concreto, puede ser
interesante. Aquí es donde entra en escena el NIRS, que es, justamente, una
medida de saturación de O2 en el músculo. En el running o el ciclismo, se
coloca en el cuádriceps, para ver cuánta desaturación experimenta éste tras
distintos esfuerzos, por cortos que sean. Lo ideal sería lograr grandes
desaturaciones con rápidas reoxigenaciones posteriores. Eso significaría que
tienes un sistema cardiorrespiratorio súper fit. Sin embargo, y tal como
ocurría con el análisis de lactato, ¿realmente necesitamos afinar tanto, saber
al instante cuánta carga exacta estamos soportando? Y es que, lo digo otra vez,
no somos Kilian ni Gustav Iden, deportistas a quienes hemos visto lucir un NIRS
en sus cuáds…
Termómetros de core
El no va más en medidas de carga interna es la temperatura
corporal central. Si antes hablábamos del “live high, train low”, en referencia
al uso de la altura, o del “train low, compete high”, referido a la
disponibilidad de CH durante el entrenamiento, ahora vamos a hablar del “train
hot, race cold”. ¿Cómo te quedas? Venga, vamos a ver de qué va esto.
Como bien sabrás, el cuerpo se recalienta cuando hacemos
actividad física. Eso obliga a poner en marcha mecanismos de termorregulación,
para evitar traspasar la zona roja: la peligrosa hipertermia que se traduce,
primeramente, en mareos, y finalmente, en ataque al corazón y muerte. Para
evitar la hipertermia, termorregulamos a través de la sudoración: enviamos la sangre
caliente del centro del cuerpo a la periferia, para que se evapore en forma de
sudor, pero, eso sí, a costa de reducir el flujo de sangre a los músculos que
están trabajando.
Hay dos problemas. Uno, muy obvio, es que, si la competición
se hará en condiciones de calor-humedad, el recalentamiento del cuerpo será
mayor, la sudoración será mayor, y también la pérdida de volumen plasmático,
con el consiguiente menor suministro de sangre a los músculos. Tenemos que
volvernos más eficientes en la termorregulación. Por eso mucha gente se
aclimata al calor antes de competiciones así, tal como ocurrió para los juegos
de Tokio o, en nuestro ámbito, para el mundial trail de Tailandia (con un
Antonio Martínez, por ejemplo, saliendo a correr en verano por Alicante con
chaqueta, gorro y guantes; muy valiente… ).
Pero, sin necesidad de que la carrera tenga lugar en
condiciones de calor-humedad, el cuerpo siempre se recalienta durante la actividad
física, como ya hemos dicho, y más, cuanto mayor es la intensidad del
ejercicio. Por eso conviene mejorar nuestro mecanismo de termorregulación, sean
cuales sean las condiciones de la competición. Y aquí es donde entra el
entrenamiento en calor y los termómetros de la temperatura central. La lógica
es la misma que el entrenamiento de alta intensidad: llevar el cuerpo al tope
(o cerca del tope), para que sea más eficiente en niveles de intensidad más
moderados. Con el heat training, recalentamos el cuerpo adrede, para que sea
más eficiente termorregulando, cuando estemos en condiciones normales de
calor-humedad. Más exactamente, lo que ocurre, cuando nos aclimatamos al
ejercicio en calor, es que aumentamos el volumen plasmático, tenemos más
sangre, por lo que podemos llevarla mejor a los músculos. (Esto ya lo vimos
antes con el experimento en ciclistas.) Pero aparte, como con más plasma se
reduce el hematocrito (el recuento de glóbulos rojos), el cuerpo responde para
equilibrar la ratio, aumentando la producción de glóbulos rojos. Voilá!
Bien, y ¿cómo se hace ese dichoso heat training? Muy
sencillo, aunque arriesgado también, si no se hace con cuidado: se trata de
hacer rodillo o cinta con ventanas y puertas cerradas, sin ventilador y con
calefacción puesta o ropa de invierno puesta. Te vas a mover, más o menos, en
torno a los 38-39 grados de temperatura central. Y, por supuesto, la intensidad
del ejercicio será moderada. Por descontado también, esto del calor hay que
manejarlo igual que la alta intensidad e integrarlo en una planificación,
hacerlo con las cargas que toca cuando toca. No queremos freírnos… (nunca mejor
dicho).
En el estudio que ya repasamos, “Heat acclimation improves
exercise performance”, ciclistas entrenados mejoraron su tiempo en una crono
entre un 6 y un 8% tras un bloque de heat training, respecto de quienes no
incluyeron calor en su entrenamiento. Un incremento del 6-8% no es poca cosa,
pero, claro, tuvieron que hacer sesiones como las que he descrito antes, que no
son para nada agradables ni, quizás, accesibles a todo el mundo por cuestiones
logísticas. Y queda la duda de cuánto de ese incremento se puede trasladar a
competición real.
HRV y DFA alfa-1
Si recuerdo bien, fue en el episodio 66, sobre el estrés,
cuando hablamos de la HRV: la variabilidad de la FC. Ya sabes, entre latido y
latido no hay un intervalo igual que otro. El corazón no va como un metrónomo:
bum, bum, bum, bum; sino de manera irregular: bum, bum-bum, bum… bum-bum-bum,
bum. Esa variabilidad refleja un buen equilibrio sistema simpático-sistema
parasimpático y, en general, estado de recuperación. Si llevas Smartwatch las
24h y no te lo quitas, puedes registrar la HRV y, con los software apropiados,
tener medidas de tu nivel de recuperación entre entrenos y un indicador de cómo
estás asimilando la carga.
Hay otra medida, el DFA alfa-1, que resulta de cierto
procesamiento estadístico de la HRV. Aunque se obtiene a posteriori, DFA alfa-1
podría decirnos cómo se ha comportado nuestro cuerpo durante una sesión de
entrenamiento. Nos diría en qué grado nuestro organismo ha soportado un entreno
de intensidad aguantando el tipo y sin irse de madre. No obstante, una vez más,
me pregunto si hace falta hilar tan fino y no, sencillamente, basarse en la
percepción de esfuerzo. Si en una subida de 700m+ se te salen las tripas por la
boca y sientes que el corazón va a explotar, pues eso: has llevado la máquina a
su tope; si sientes que subes controlado, pues eso: el sistema está trabajando
a un porcentaje inferior al 100.
Yo diría que estas medidas han de ser un complemento, pero
no un sustituto, de la medida más fiable que existe, que es cómo nos sentimos.
Esto incluye cómo de descansado te despiertas por la mañana, cuántas ganas
tienes de enfrentar el día y entrenar y cuán intenso sientes el entreno. HRVs,
DFA alf-1s y demás métricas vendrían simplemente a confirmar.
Estimador de potencia
Es un dispositivo que se coloca en el empeine y que calcula
(no lo mide directamente) cuánta fuerza estás aplicando contra el suelo, cuán
fuerte estás corriendo. Siendo estrictos, es una medida de carga externa, es
decir, del trabajo que estás generando y no de cuánto esfuerzo te está costando
generarlo. Es parecido al ritmo, con la ventaja de que corrige las desviaciones
que se producen por el desnivel. Pongamos que vas corriendo en llano a un ritmo
de 4’/k y llegas a una cuesta con pendiente del 10%: entonces, tu ritmo va a
caer a 4’30-4’45/k, pese a mantener el mismo nivel de esfuerzo. El estimador de
potencia, en cambio, te daría los mismos vatios en llano y en subida, si
mantienes la intensidad. Por ejemplo, ir en llano a 4’/k podría equivaler a una
potencia de 280w; caer a un ritmo de 4’45/k en la cuesta seguiría mostrando una
potencia de 280w, si llevas la misma intensidad. En la práctica, pues, el
estimador de potencia te da una medida de carga interna, es decir, te permite
mantener la misma intensidad del esfuerzo, pese a variaciones en el perfil o
presencia de viento. De hecho, la revisión de 2020 titulada “Mechanical Power
in Endurance Running: A Scoping Review on Sensors for Power Output Estimation
during Running” concluye en esos mismos términos.
¿Cuál es el problema? Pues que, según cuán compacto o blando
sea el terreno, la potencia estimada varía. Vaya, que si pisas hierba, tierra,
piedra suelta, barro, arena o nieve, la potencia va a disminuir, pese a que
llevas el mismo nivel de esfuerzo. La cuestión, por tanto, es cuánto terreno
blando vas a pisar, porque, si es bastante, el estimador pierde toda
fiabilidad. Recorridos como Sierre-Zinal, que, aunque son montañeros, discurren
por senderos limpios, sí permitirían usar estimador de potencia con garantías. En
tramos o recorridos blandos, habrá que recurrir a percepción de esfuerzo, que,
a la postre, es la única medida capaz de integrar todas las influencias que
distorsionan el resto de medidas de carga: calor, humedad, hidratación, viento,
pendiente, barro, cuán descansados estábamos antes de carrera… Como, creo, la
mayoría corremos predominantemente por monte asilvestrado, con tierra, piedra
suelta, barro y demás, me pregunto cuánta información útil puede aportar el estimador…
Análisis de sangre trimestrales
La revisión de estudios de 2019, titulada “Blood Biomarker
Profiling and Monitoring for High Performance Physiology and Nutrition”, recomienda
hacerse análisis cada tres meses, como forma de monitorizar la carga de
entrenamiento y la calidad de nuestra nutrición. Aparte, indica que, para mayor
fiabilidad de la muestra, sigamos unas pautas: tomar la muestra en ayunas,
estando bien hidratados, no habiendo hecho alta intensidad el día anterior y
estando sentados desde, como mínimo, los 10 minutos anteriores a la recogida de
la muestra. Y es que, efectivamente, a través del recuento de glóbulos rojos,
los niveles de ferritina, los niveles de minerales y aminoácidos, los niveles
de hormonas tiroideas, la ratio cortisol-testosterona, la creatina-kinasa o la
proteína C-reactiva nos informan sobre si estamos comiendo lo suficiente, si
estamos descansando lo suficiente y si el entrenamiento nos está poniendo más
fuertes y no lo contrario… Así pues, otra vez, se trata de una herramienta
interesante, pero, otra vez, vas a tener que pagar un servicio privado, me
temo, para contar con informes tan detallados y tan frecuentes y para obtener,
simplemente, otra confirmación de lo que ya tu cuerpo te estará diciendo a
través de las sensaciones…
Monitores de glucosa
Más de lo mismo. Estamos viendo a gente como Eliud Kipchoge
o, en el mundillo trail, Nienke Brinkman, llevar una especie de parche de color
blanco pegado al brazo, cerca del codo. ¿Qué leches es eso? Monitores continuos
de glucosa. Pero, ¿es que Kipchoge y Nienke son diabéticos? Sobre el papel,
estos monitores tienen gran utilidad para optimizar la estrategia nutricional
en el entrenamiento y la competición. Pero, en la práctica, la utilización de
los monitores de glucosa es tan complicada y el plus de rendimiento que nos
pueden ofrecer es tan pequeño, que no salen a cuenta… Al menos, no, si no eres
candidato a récord mundial o nacional en maratón, como es el caso de Kipchoge o
Nienke.
La revisión de estudios de 2022, titulada “The Use of
Continuous Glucose Monitors in Sport: Possible Applications and Considerations”,
expone todos los detalles a tener en cuenta para un correcto uso de estos
monitores, poniendo de manifiesta la complejidad a la que yo hacía referencia. Es
cierto que los monitores estiman los niveles de glucosa en sangre (glucosa,
recordemos, sustrato energético clave una vez alcanzamos cierta intensidad del
ejercicio); sabiendo cuánta glucosa está disponible en cada momento permite, en
teoría, optimizar la estrategia nutricional. Por ejemplo, nos permitiría saber
qué efectos tienen distintos tipos de desayuno (como avena, fruta o una tostada
con mermelada), antes de una sesión de intensidad, qué efectos tienen distintas
ingestas de CH en carrera (ingestas de 60, 90 o más gramos/ hora) o qué efectos
tienen distintos menús recovery (CH a pelo o acompañados de verdura y/o
proteína). Todo eso suena muy bien, el problema es que hay muchos factores que
complican la interpretación de un determinado nivel de glucosa en sangre. Hay
diferencias individuales en la respuesta glucémica, también la glucemia varía
según cuán desarrollada esté nuestra musculatura, y las consiguientes reservas
de glucógeno, o cuánta ceto-adaptación tenemos (es decir, cuánta capacidad para
crear glucosa a partir de ácidos grasos y aminoácidos, algo que podemos lograr
si hacemos tiradas muy largas sin comer o sin comer apenas). En fin, otra vez
más es una herramienta con la que hay que hilar más fino que un átomo de helio
de 0’1 nm. En mi opinión, para el común de los mortales, recurrir a la prueba y
el error es suficiente para encontrar qué ingestas de CH funcionan para qué
tipo de actividad.
Geles high-carb
Marcas como Maurten o 226ers cuentan ya con geles de 40 y 50
gramos de CH, respectivamente. 40-50 gramos de un solo bocado son muchos
gramos. En kilocalorías, que quizás se entiende mejor, equivalen a
160-200kcals. Es, para verlo más gráficamente aún, como comerte tres naranjas
enteritas, una detrás de otra. Que puedas comprar geles con dosis de CH de ese
calibre no significa que puedas utilizarlos alegremente, sin un entrenamiento
digestivo previo. Ya vimos en el episodio 42, dedicado a geles y demás
productos energéticos, que alcanzar una ingesta de 60g/h es ya “tener un buen
saque”; llegar a los 80-90-100, que está alcanzando la élite, es todo un
triunfo. Eso sí, es cierto que, si logras meter esas cantidades, no sólo mejora
el rendimiento, también se acelera la recuperación. El experimento de 2020, titulado “Effects of
120 vs. 60 and 90 g/h Carbohydrate Intake during a Trail Marathon on
Neuromuscular Function and High Intensity Run Capacity Recovery”, es prueba de
ello. Trail runners de buen nivel corrieron la maratón por montaña de
Oiartzun. Un tercio de ellos metió 60g/h, otro tercio metió 90, el tercio
restante metió 120. Antes y después de la carrera se les hicieron pruebas de
fuerza, como salto o sentadilla. Se vio que los de la condición 60 y 90
empeoraron sus registros, mientras que los de la condición 120 gramos,
conservaron su fuerza intacta. En fin, si puedes meter altas cantidades de
carbos, estupendo; pero (1) para eso tendrás que acometer todo un proceso de
adaptación del sistema digestivo y (2) no sé si tú y yo somos capaces de
sostener los niveles de intensidad que justifican esas ingestas ni de abrir un
gel y comerlo a esas intensidades…
Nitratos y bicarbonato de sodio
Como viene siendo la tónica del episodio, estos suplementos
funcionan, sí, pero hay dos advertencias: una es que saben a rayos o conllevan
alto riesgo de indigestión, la otra es que esos riesgos se corren para obtener
beneficios pequeños, en el mejor de los casos. Respecto a los nitratos,
facilitarían la producción de óxido nítrico (que es un vasodilatador y, por
tanto, mejora el flujo sanguíneo y, por tanto, el aporte de nutrientes al
músculo), si se toman en cantidad suficiente. Para lograr esa cantidad con
zumos de remolacha, hay que empinar el codo bastante más de lo que un paladar
normal puede tolerar. Los polvos solubles que se venden ahora, eso es cierto,
facilitan mucho el trámite. Por otro lado, hay que considerar que funcionan por
acumulación, de modo que hay que ir tomándolos los días previos a la carrera,
además de en el desayuno, el día de carrera. Si, por ejemplo, optamos por los
Unusual Nitrous de Santa Madre, que traen 6 dosis de 600mg por caja, pues
debemos prepararnos para gastar entre 30 y 60 euros por carrera.
Respecto al bicarbonato de sodio, actuaría como amortiguador
de los efectos indeseados del metabolismo glucolítico, pues secuestraría los
iones de hidrógeno, que, de quedar libres, causarían acidez y fatiga muscular.
Su efecto se conoce desde hace mucho en los deportes donde hay que expresar
fuerza y potencia. Pero, una vez más, para obtener esos efectos hay que meter
dosis difícilmente tolerables por el sistema digestivo. El nuevo Bi-Carb de
Maurten parece haber resuelto este problema; generando, eso sí, otro nuevo
problema: que cuesta más de 20 euros la dosis.
Cetonas/ MCTs
Otra cosa de la que se oye mucho hablar, pues lo usan los
equipos ciclistas top, y que sobre el papel tienen mucho sentido. Pero que, por
vez número tropecientas, ni los supuestos beneficios están del todo
confirmados, ni su precio desorbitado se justifica en ningún caso. Las cetonas
o los triglicéridos de cadena media son sustratos energéticos distintos del CH.
Por tanto, utilizarían una vía metabólica distinta que complementaría a la
glucolítica. Dos motores trabajando a tope deberían proporcionar más capacidad
para generar trabajo. Sin embargo, la ciencia demuestra que la realidad siempre
es más compleja que la teoría… (véase
la revisión de 2020 “Utility of Ketone Supplementation to Enhance Physical
Performance”).
Sí se han visto potencial en otros usos, como la claridad
mental en ultras que se van por encima de las X horas (véase el estudio de 2022
titulado “Exogenous ketosis increases circulating dopamine concentration and
maintains mental alertness in ultra-endurance exercise”). Pero no hubo
condición control y no sabemos si el efecto se debe a lo que han comido o,
simplemente, que han metido calorías, sean del tipo que sean.
En todo caso, ocurre que sólo un par de marcas, como HVMN,
lo comercializan porque tienen las patentes correspondientes. Como se trata de
un oligopolio, pueden fijar los precios a su antojo, y así lo han hecho: 40
dólares la botella de 10 raciones…
Placas de carbono
Creo haber hecho referencia, en algún episodio pasado, a
estos estudios y las conclusiones que de ellos se sacan, pero lo digo otra vez.
Según la investigación “Impact of advanced footwear technology on elitemen's in
the evolution of road race performance”, queda claro que el uso de super-shoes (zapas
con media-suela reactiva y placa de carbono) mejora los tiempos en distancias
oficiales en pruebas de asfalto, 5k, 10k, media maratón, maratón. Y, según la
investigación “The effects of footwear midsole longitudinal bending stiffness
on running economy and ground contact biomechanics”, se debe a que las
super-shoes mejoran la economía de carrera. Aparte, el culmen de las
super-shoes, las Adidas Adizero Adios Pro Evo1, de 128g, 500 dólares y de las
que sólo se fabricaron 521 pares, permitieron a Tigist Assefa volar por las
calles de Berlín en septiembre de 2023 y recortar (redoble de tambor… ) 2min
11seg al anterior récord. En fin, en asfalto, las super-shoes funcionan; no hay
duda. (Debes estar en disposición de pagar los 250/ 500 euros que valen y para
un puñado de usos, eso sí.)
Ahora, cómo esa ventaja se traslada al trail me genera
dudas. Para empezar, una vez superamos los 20 grados de pendiente, la economía
de carrera ya no es un factor: ahí es todo vo2max y fuerza de patas. Por otro
lado, en terreno irregular y poco firme, sucede algo parecido: el efecto,
llamémoslo “trampolín”, no puede producirse porque, o bien estás pisando con el
pie no perfectamente plano, o bien el pie se está hundiendo en la tierra,
hierba o barro. Es más, una placa muy rígida y/o una amortiguación muy alta
quizás hasta pueda resultar peligrosa, porque incrementan el riesgo de
torcedura.
Dicho lo anterior, parece que mis razonamientos no son
correctos, a la luz de acontecimientos como lo ocurrido en las finales UTMB
2023. Los podios y triunfos, en ETC, OCC, CCC y UTMB100M, de atletas Brooks,
Asics, Adidas Terrex, The North Face y Hoka, con modelos de placa, me hacen
pensar que, tal vez, estaba equivocado al desconfiar de lo que pueden hacer las
super-shoes sobre los senderos…
En todo caso, hay que saber que el famoso 4%, del que
presumían las Nike de asfalto, se refiere a ahorro en economía de carrera, no a
segundo/ km que podemos recortar. En asfalto y a ritmos altos (los de la
élite), se pueden recortar 1 o 2 segundos/ km. En maratonistas élite eso
equivale a en torno a un minuto en el tiempo total. Un minuto es lo que
distingue un oro de una plata, un buen tiempo de un récord mundial. A ti y a
mí, 5seg en una San Silvestre no nos cambian la vida. Y, si aceptamos que, en
condiciones verdaderamente montañeras, las super-shoes no funcionan y su
ventaja, por tanto, queda limitada a los tramos llanos y con suelo compacto que
una carrera de trail puede tener, pues más de lo mismo: estamos hablando de un
par de minutos en una carrera como CCC, de 100k y que se gana con tiempos de
10h, chicos, y 12h, chicas.
Botas de compresión, electro-estimuladores, crioterapia
Vamos a ver si puedo pasar rápido por este apartado. Por dos
razones: la primera es que llevo un rato largo ya dándote la turra; la segunda
es que soy súper escéptico respecto a estas herramientas de recuperación,
porque no se me ocurren estrategias de recuperación mejores que las clásicas y
gratuitas comer, descansar, movimiento ligero y dormir. Aparte, la ciencia
respalda mi postura. La revisión de 2021 “The Effects of Intermittent Pneumatic
Compression on the Reduction of Exercise-Induced Muscle Damage in Endurance
Athletes” demuestra que las botas de compresión no reducen el daño muscular inducido
por el ejercicio. Por su parte, la revisión de 2022 “Is Electrical Stimulation
Effective in Preventing or Treating Delayed-onset Muscle Soreness” demuestra
que la electro-estimulación no sirve para reducir las agujetas ni para acelerar
la recuperación muscular tras el ejercicio. Por último, la revisión de 2020
“Effects of local cryotherapy for recovery of delayed onset muscle soreness and
strength following exercise-induced muscle damage: systematic review and
meta-analysis” concluye que la crioterapia no sirve para reducer agujetas ni
acelerar la recuperación de los niveles de fuerza. Para ser justos, en el caso
del frío, sí hay algunas evidencias de su eficacia, para reducir la percepción
de dolor y la inflamación. La disparidad en los resultados se puede deber a la
diversidad de técnicas empleadas: tiempos, intensidades, frecuencias,
disciplina deportiva… Más importante me parece a mí su efecto en el largo
plazo. Tiene sentido que, puesto que el frío corta el flujo de sangre y la
inflamación, pueda aliviar molestias tras una carrera o un partido, y
permitirnos, así, regresar más pronto a la competición. Pero ya sabemos que la
inflamación, en el medio plazo, es necesaria para reparar y regenerar los
tejidos.
BCAAs
Existen ciertos nutrientes que no podemos sintetizar y
necesitamos obtener de fuentes externas, en particular, de la dieta. Es el caso
de los “branched-chain amino-acids” o aminoácidos de cadena ramificada:
leucina, isoleucina y valina. En concreto, al ingerir esos aminoácidos, se
produce una señal anabólica, que estimula la resíntesis muscular, lo que
interesa tras haberte metido una buena paliza por el monte, tus músculos han
sufrido micro-daños y quieres repararlos y hacerlos más fuertes. Sobre el
papel, pues, puede tener sentido suplementar con BCAAs. Pero, si comes proteína
en cantidad y de calidad suficientes (básicamente, si comes productos
animales), no debería hacer falta aportarlos vía suplementación. De hecho, la
revisión de estudios de 2022, titulada “Oral Branched-Chain Amino Acids Supplementation
in Athletes” concluye literalmente así: “los efectos sobre la composición
corporal y el rendimiento de estos suplementos son despreciables”; más todavía
si nos ceñimos al deporte de resistencia.
PARETO: ¿QUÉ CUATRO COSAS “ABURRIDAS” ME DAN EL 80% DEL
RENDIMIENTO?
Después de este macro-súper-mega-ultra repaso a todas las
cosas “fancy” que prometen mejores rendimiento y recuperación, toca mencionar
las cuatro cosas poco “cool”, poco tiktokeables, pero que funcionan. Y he dicho
“mencionar” deliberadamente, porque este episodio está quedando tan largo, que
creo que lo mejor va a ser dejar estas cosas para otro episodio, donde las
desarrollemos a fondo. ¿Qué cuatro cosas funcionan? Constancia, sensaciones,
nutrición y descanso.
Con constancia me refiero a trabajo acumulado durante el año
y durante años. Trabajo, en su mayoría de baja intensidad, pero incorporando
sesiones o “bouts” (“chispazos”) de alta intensidad. Con sensaciones me refiero
a cómo nos sentimos al levantarnos de la cama, cuántas ganas tenemos de
entrenar, cuánto costó sacar el entreno y percepción de esfuerzo durante el
entreno o carrera. Con nutrición me refiero a comer calidad y en cantidad e
incorporar, si es necesario, cafeína y/o creatina, los suplementos con más
evidencia. Con descanso me refiero a gestión del estrés, movimiento ligero y
calidad del sueño.
CONCLUSIÓN
Lo que vale es trabajar, picar piedra, y, después, comer y
descansar tan duro como se ha entrenado. Aparte, lo que vale es prestar
atención a lo que el cuerpo nos va diciendo, desde que nos levantamos hasta que
nos acostamos y, especialmente, alrededor de los entrenos. Voilá, toma fórmula
del éxito. Qué simple, ¿verdad? Tan simple que no parece tan potente. Cierto,
es simple, es hasta barata, pero eso no significa que sea fácil. No es fácil
porque estamos hablando de un compromiso a largo plazo, un compromiso total que
aplicar como filosofía de vida: 24/7, los 365 días del año y durante 10 años,
para empezar a ver resultados.
Podemos seguir este camino recto o salirnos, tratando de
buscar atajos en la tecnología más brillante, más cara, más sofisticada y menos
rentable. Cosas que pueden dar ganancias, sí, pero ganancias de 0’X%, que no
justifican el desembolso de dinero y la inversión de tiempo en aprender a
manejarlas. A no ser que seas élite, creo que no merece la pena. Bueno, al
menos, ésta es mi humilde opinión (opinión, eso sí, que he tratado de
fundamentar en investigación de calidad y reciente). Entonces, ¿toda esta retahíla
de cosas que hemos analizado hoy son enteramente inútiles? La conclusión es:
depende. Depende de cuánto estés dispuesto a dar para arañar un pizca adicional
de rendimiento, cuyo 80% está ya cubierto por los cuatro pilares básicos:
trabajo constante, nutrición, descanso y escuchar al cuerpo.
Corresendas, espero que hayas aprendido y disfrutado a
partes iguales. Si fue así, puedes hacer alguna de estas cosas
Hala, a pisar sendas (con estimador de potencia, monitor
continuo de glucosa, geles high-carb, analizador de lactato, zapatillas con
placa o, mejor, sin nada de eso y los ojos y orejas bien abiertos para
disfrutar de la naturaleza que te rodea).
Comentarios
Publicar un comentario